Este libro nos aproxima a la neurociencia, pero en su lectura encuentro algunas citas que me explican algunas recomendaciones para la empresa.
La sincronización es uno de los principios de la biología, el acto de compartir, de comunicarse. Los insectos, como las aves y los peces, generar dichas coreografías siguiendo un principio de sincronización, que el profesor Steven Strogatz define como un sistema complejo autoorganizado. Según este principio, que se aplica desde escala microscópica hasta las sociedades de distintas especies, incluida la humana, los componentes de un grupo consiguen sincronizarse poque cada individuo es consciente y se contagia de lo que hacen sus vecinos mas inmediatos. La sincronización se consigue gracias a la cooperación.
En el ser humano las neuronas se sincronizan para propagar la información por el cerebro. La biología es la ciencia de la vida porque se basa en el compartir.
No se puede separar lo que está relacionado, cuando Leonardo da Vinci pintó su famoso Hombre de Vitruvio, hacía referencia a las proporciones armoniosas de la anatomía humana: Un sueño armonioso requiere que no haya nada que añadir o quitar. En este mismo instante, un día cualquiera en la vida de cualquiera de nosotros, el organismo se balancea en un inestable equilibrio para dar lugar a este momento.
Las formas cuentan: A veces no es posible salirnos de nuestros propios esquemas, por ejemplo, por mucho que lo intentes no puedes dejar d entender tu idioma, estamos sujetos a nuestros cimientos mas básicos, a nuestros aprendizajes. No podemos salirnos de nuestro cuerpo y de lo que hemos aprendido. Una vez que has cogido un libro y te has sentado, comienzas la lectura, algo que hacemos de manera inconsciente, ya que sabemos que leer de pie no es fácil.
He esperado la fecha del 31 de diciembre para escribir sobre la cultura del último instante, a la me gustaría animar a evitar: La cultura del “last minute”
A qué me refiero: A aquellos procesos en los que debemos realizar una tarea, disponemos un margen de tiempo suficiente, pero esperamos la última hora para realizarla.
En mis inicios de mi vida profesional, reportando a un director financiero, sabiendo que debíamos entregar en una fecha determinada un informe, el cierre del mes, el presupuesto de la empresa, etec…recuerdo como de caóticos eran el día de antes y el mismo día de su viaje a Madrid o a la central de París, finalizando a última hora los retoques y ajustes, recuerdo como se marchaba al aeropuerto, el embarque no se podía hacer on line, e ir a llevarle minutos antes de embarcar el dosier. He llegado a presenciar, como se enviaban las cifras clave vía “telex” cuando aún no existía el fax ni el mail, para que los datos llegaran a tiempo antes de la hora de cierre a la central y constaran como recibidos. Habíamos tenido semanas para hacerlo, pero todo se decidía en el último instante y se elaboraba sin dormir la noche de antes y al “last minute”
Otros contextos eran habituales cuando por ejemplo, ante planes estratégicos, que debían entregarse, pongamos por ejemplo un lunes, todo el departamento trabajábamos intensamente para entregarle el trabajo, digamos el martes previo, pero….hasta el jueves no nos lo devolvía revisados, y bien revisados…. Los gráficos de barra donde los quería “quesitos” ahora los quería en barras, las cifras donde las habíamos hecho en miles ahora las quería presentar en millones, es decir, grandes cambios, ironía!!!!, que comportaban que tuviéramos que trabajar todo el fin de semana, para que estuviera a tiempo el lunes.
Ahí es donde decidí, que trabajaría duro para ascender en el organigrama y decidir yo los tiempos y las revisiones, y sobre todo anticiparme en mis decisiones, para que mi equipo pudiera trabajar de manera eficiente. Así, por ejemplo, las reuniones que yo empecé a dirigir comenzaban a la hora prevista y finalizaban transcurrido el tiempo previsto de la reunión. Ah! y por muy importante que fueran los temas no duraban jamás mas de dos horas, no como en otros tiempos, con reuniones los viernes a las 15h y a las 20 h aún estábamos descubriendo el sexo de los ángeles.
Pero, el “last minute” volvía a planear sobre mi día a día, pongo un ejemplo: Nuestro proceso de fabricación para productos non estándar, es decir bajo pedido, tenía un plazo de fabricación entre dos, tres semanas. La exportación enviada por contenedores, siempre incluía alguno de estos productos, la facturación para seguimiento del Budget, como es obvio, se cerraba el último día de cada mes, y el del año el 31 de diciembre, como hoy, pero alguno de los productos, no lo entregaba fábrica hasta el cinco o seis del mes entrante, cosa que me impedía facturar el contenedor entero y por lo tanto cumplir el presupuesto del mes o del año, ósea que mi bonus…ya os podéis imaginar.
Compartiendo esta preocupación con mi controller de decisión, me dijo: “…la solución es fácil: cambia tu calendario, de manera que se adelante cinco días, la media que necesitas para entregar a tiempo..”. Mi director americano de división me inculcó un concepto “…please be in advence…”
Digamos que profesionalmente conseguí evitar el “last minute” pero, veo con tristeza que este last minute prevalece, observo en contestos docentes, donde los estudiantes tienen, pongamos por ejemplo la entrega de actividades de evaluación continuada, dos semanas de plazo, y deben ser entregadas, pongamos por ejemplo un jueves, para resaltar el fondo del “last minute”. Las estadísticas muestran algo parecido a: el lunes ha entregado un 1% el ejercicio, el miércoles a primera hora de la mañana un 50% y el otro restante el mismo jueves minutos antes de las 00.00 horas que finaliza el plazo. Esto sí que es “last minute” Lo malo es que estos estudiantes, mañana dirigirán equipos. Que la suerte les acompañe!!!!
Reinvest Your Profits: When you first make money in the stock market, you may be tempted to spend it. Don’t. Instead, reinvest the profits. Warren Buffett learned this early on. In high school, he and a pal bought a pinball machine to put in a barbershop. With the money they earned, they bought more machines until they had eight in different shops. When the friends sold the venture, Warren Buffett used the proceeds to buy stocks and to start another small business. By age 26, he’d amassed $174,000 — or $1.4 million in today’s money. Even a small sum can turn into great wealth.
Be Willing To Be Different: Don’t base your decisions upon what everyone is saying or doing. When Warren Buffett began managing money in 1956 with $100,000 cobbled together from a handful of investors, he was dubbed an oddball. He worked in Omaha, not Wall Street, and he refused to tell his parents where he was putting their money. People predicted that he’d fail, but when he closed his partnership 14 years later, it was worth more than $100 million. Instead of following the crowd, he looked for undervalued investments and ended up vastly beating the market average every single year. To Warren Buffett, the average is just that — what everybody else is doing. to be above average, you need to measure yourself by what he calls the Inner Scorecard, judging yourself by your own standards and not the world’s.
Never Suck Your Thumb: Gather in advance any information you need to make a decision, and ask a friend or relative to make sure that you stick to a deadline. Warren Buffett prides himself on swiftly making up his mind and acting on it. He calls any unnecessary sitting and thinking “thumb sucking.” When people offer him a business or an investment, he says, “I won’t talk unless they bring me a price.” He gives them an answer on the spot.
Spell Out The Deal Before You Start: Your bargaining leverage is always greatest before you begin a job — that’s when you have something to offer that the other party wants. Warren Buffett learned this lesson the hard way as a kid, when his grandfather Ernest hired him and a friend to dig out the family grocery store after a blizzard. The boys spent five hours shoveling until they could barely straighten their frozen hands. Afterward, his grandfather gave the pair less than 90 cents to split. Warren Buffett was horrified that he performed such backbreaking work only to earn pennies an hour. Always nail down the specifics of a deal in advance — even with your friends and relatives.
Watch Small Expenses: Warren Buffett invests in businesses run by managers who obsess over the tiniest costs. He one acquired a company whose owner counted the sheets in rolls of 500-sheet toilet paper to see if he was being cheated (he was). He also admired a friend who painted only on the side of his office building that faced the road. Exercising vigilance over every expense can make your profits — and your paycheck — go much further.
Limit What You Borrow: Living on credit cards and loans won’t make you rich. Warren Buffett has never borrowed a significant amount — not to invest, not for a mortgage. He has gotten many heart-rendering letters from people who thought their borrowing was manageable but became overwhelmed by debt. His advice: Negotiate with creditors to pay what you can. Then, when you’re debt-free, work on saving some money that you can use to invest.
Be Persistent: With tenacity and ingenuity, you can win against a more established competitor. Warren Buffett acquired the Nebraska Furniture Mart in 1983 because he liked the way its founder, Rose Blumkin, did business. A Russian immigrant, she built the mart from a pawnshop into the largest furniture store in North America. Her strategy was to undersell the big shots, and she was a merciless negotiator. To Warren Buffett, Rose embodied the unwavering courage that makes a winner out of an underdog.
Know When To Quit: Once, when Warren Buffett was a teen, he went to the racetrack. He bet on a race and lost. To recoup his funds, he bet on another race. He lost again, leaving him with close to nothing. He felt sick — he had squandered nearly a week’s earnings. Warren Buffett never repeated that mistake. Know when to walk away from a loss, and don’t let anxiety fool you into trying again.
Assess The Risk: In 1995, the employer of Warren Buffett’s son, Howie, was accused by the FBI of price-fixing. Warren Buffett advised Howie to imagine the worst-and-bast-case scenarios if he stayed with the company. His son quickly realized that the risks of staying far outweighed any potential gains, and he quit the next day. Asking yourself “and then what?” can help you see all of the possible consequences when you’re struggling to make a decision — and can guide you to the smartest choice.
Know What Success Really Means: Despite his wealth, Warren Buffett does not measure success by dollars. In 2006, he pledged to give away almost his entire fortune to charities, primarily the Bill and Melinda Gates Foundation. He’s adamant about not funding monuments to himself — no Warren Buffett buildings or halls. “I know people who have a lot of money,” he says, “and they get testimonial dinners and hospital wings named after them. But the truth is that nobody in the world loves them. When you get to my age, you’ll measure your success in life by how many of the people you want to have love you, actually do love you. That’s the ultimate test of how you’ve lived your life.”
La regla o el principio de Pareto o regla del 80/20, establece que, de forma general y para un amplio número de fenómenos, aproximadamente el 80% de las consecuencias proviene del 20% de las causas.
Ejemplos:
El 80% de los beneficios de una empresa provienen del 20% de sus productos y de sus clientes
Del total de la ropa que tenemos en nuestro armario, al final, solemos usar solamente el 20%, dejando el 80% casi olvidado.
Nos podemos tirar muchas horas delante del ordenador, pero al final, el tiempo de utilidad, sin distracciones, no supera ni ese 20%.
El 20% de las personas que conoces te proveen el 80% de soporte y satisfacción (amistad, amor,compañía…).
Cambiar y potenciar esas pequeñas cosas que realmente tengan una implicación directa en nuestro día a día, y en nuestra operativa y nuestras finanzas y ya sea a nivel de productividad, resultados, felicidad, amigos, clientes o inversiones.
La Ley de Parkinson
Cyril N. Parkinson viene a decir que todo trabajo se dilata indefinidamente hasta llegar a ocupar la totalidad del tiempo disponible para su completa realización y así el tiempo invertido en un trabajo varía en función del plazo disponible.
Se conecta con nuestra tendencia a la distracción continua, a no empezar algo: posponer el ponernos reglas a la hora de invertir en los mercados, dejar las cosas de un día para otro y esperar a realizarlas el último…o procrastinar y complejizar una tarea cuando tenemos más tiempo para hacerlo.
Se trata de ser más inteligentes en el manejo de recursos y sacarle el jugo a nuestros días y a nuestro tiempo.
Las tareas, las ideas, los proyectos, los “deseos de comenzar algo” sin fecha de vencimiento, tienden a hacerse eternas.
Y en el trabajo al no tener a nadie “que nos supervise” o que esté por encima de nosotros,tendemos a dilatar aún más las cosas y a improvisar y a no cumplir ninguna norma.
El tiempo dedicado a cualquier tema de la agenda es inversamente proporcional a su importancia
Nos resulta más fácil centrarnos en las cosas triviales y sencillas, que en las que son más complejas o requieren pensar y esforzarnos un poco más. Nos “enredamos” más en los detalles menos importantes en lugar de en lo esencial.
Así, el tiempo se dilata y se contrae según nuestra forma de trabajar. Si queremos buscar un sistema válido de trabajo, nos eternizaremos buscando la perfección.
No es malo ponerse plazos
Recordarse siempre el axioma de “Hecho es Mejor que Perfecto”.
Combinar la Ley de Pareto : priorizando un 20% de las cosas que hacemos podemos llegar a obtener un 80% de los resultados, con la de Parkinson: reduzcamos el tiempo disponible para centrarnos en lo importante.
La mejor forma de aprovechar nuestro tiempo es seleccionar adecuadamente ese 20% importante de las cosas que hacemos y fijar un tiempo concreto, para realizarlas.
Así nos centraremos en nuestra operativa “de calidad”,en las cosas esenciales obteniendo un 80% del resultado, dedicando el tiempo mínimo a conseguirlo.
No dejar nunca de lado ni la dedicación ni el esfuerzo, por supuesto, pero focalizarnos para buscar lo que nos produce resultados, lo que nos hace avanzar, y apartarnos y rechazar lo que nos hace perder tiempo y dinero.
“La razón por la que solo unos pocos llegan a la cima en cualquier campo profesional no se debe a un talento especial […], sino a que la mayoría de las personas simplemente no se creen que puedan rendir a un nivel alto”.
“La mayoría de las personas dedican su tiempo y esfuerzo a intentar aprender cómo llevar a cabo su trabajo operativo, cuando en realidad deberían estar tratando de aprender cómo pienso”.
¿Qué es estrategia?
Chandler: La determinación de los fines y objetivos básicos de una organización a largo plazo, la adopción de cursos de acción y la asignación de recursos para alcanzar dichos fines.
(G.Johnson y K. Scholes): La dirección y el alcance de una organización a largo plazo, que le permite conseguir ventajas a través de la reconfiguración de sus recursos en un entorno cambiante, a fin de hacer frente a las necesidades de los mercados y satisfacer las expectativas de los grupos de interés.
Estas frases, de Eduardo Galeano, estoy seguro, recogerán algunos de los hechos de este año. Sirvan de energía renovada para el nuevo año:
«La caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo».
-«Yo creo que fuimos nacidos hijos de los días, porque cada día tiene una historia y nosotros somos las historias que vivimos…».
-«La palabra política se ha manoseado tanto que significa todo y no significa nada. Entonces desconfío mucho de la etiqueta política».
-«Me desprendo del abrazo, salgo a la calle. En el cielo, ya clareando, se dibuja, finita, la luna. La luna tiene dos noches de edad. Yo, una».
-«No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada entre los párpados. Si pudiera, le diría que se vaya; pero tengo una mujer atravesada en la garganta».
-«La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar».
-“Son cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, no nos sacan del subdesarrollo, ni socializan los medios de producción y de cambio… Pero quizá desencadenen la alegría de hacer y la traduzcan en actos”.
-«El mundo es una gran paradoja que gira en el universo. A este paso, de aquí a poco los propietarios del planeta prohibirán el hambre y la sed, para que no falten el pan ni el agua».
-«Al Norte y al Sur, al Este y al Oeste, el hombre serrucha, con delirante entusiasmo, la rama donde está sentado».
-“De cada día nace una historia porque estamos hechos de átomos, estamos hechos de historias”.
-”Yo escribo para quienes no pueden leerme. Los de abajo, los que esperan desde hace siglos en la cola de la historia, no saben leer o no tienen con qué”.
-”Sólo los tontos creen que el silencio es un vacío. No está vacío nunca. Y a veces la mejor manera de comunicarse es callando”.
-«Hay un único lugar donde ayer y hoy se encuentran y se reconocen y se abrazan. Ese lugar es mañana».
-«Arránqueme, Señora, las ropas y las dudas. Desnúdeme, desdúdeme».
-«Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos».
-«Yo me duermo a la orilla de una mujer: yo me duermo a la orilla de un abismo»
Pienso que las empresas deberían tener una política establecida para personas mayores de sesenta años que ocupen puestos gerenciales o profesionales, y que deberían de dejar gradualmente responsabilidades directivas importantes.
Lo sensato, en el caso de cualquiera, no sólo del ejecutivo, es no tomar decisiones si no voy a estar ahí para ayudar a mi empresa a salir de apuros cuando esas decisiones causen problemas unos años más tarde, como generalmente sucede.
El ejecutivo más viejo debe pasar a un puesto en el que las funciones no sean las del jefe. Así él o ella se especializa y se centra en una sola contribución importante, aconsejar, enseñar, fijar estándares o resolver conflictos, más que trabajar como gerente.
Los japoneses tienen consejeros, que trabajan eficazmente, a veces hasta pasados los ochenta años.
La historia avanza en espiral, uno regresa a la posición precedente, pero a un nivel más alto, y por una senda semejante a la del sacacorchos.
Estamos de nuevo entrando en una era en la que lo importante estará en el espíritu empresarial. Sin embargo, no será la actitud empresarial de hace un siglo, o sea, la habilidad de un solo hombre para organizar un negocio que él mismo pueda manejar, controlar y abarcar. Será más bien la habilidad de crear y dirigir una organización para lo nuevo.
La historia se mueve en espiral, uno vuelve a la posición precedente, o al problema precedente, pero a un nivel más alto, y por una senda que parece la del sacacorchos. En lo empresarial esta senda nos lleva desde el nivel más bajo, ese del empresario solo, al gerente, y ahora otra vez atrás, aunque ascendiendo, a lo empresarial.
El hombre de negocios tendrá que adquirir una serie de nuevas habilidades, todas empresariales por naturaleza, pero todas ellas para ejercerlas en una organización gerencial y a través de esta.
Fuente: Peter F. Drucker.
Imagen: Tractor Kramer, similar al que me dejaban para arar en mi época joven, cuando desconocía las “bondades” del control de gestión y la cultura empresarial.
Ortega y Gasset en su libro La Rebelión de las Masas hace una serie de previsiones que se empezaron a publicar en 1927 en un diario.
Resulta impactante como leído hoy no ha perdido la fuerza de actualidad, donde sus reflexiones rigen vivas casi un siglo después.
He escogido su conceptuación sobre el hombre masa, si leemos a fondo algunos parágrafos como los siguientes, podemos entender por qué suceden algunas cosas, cuando en lugar de preguntar al individuo preguntamos a la masa, es decir el individuo absorbido por la masa.
Leemos en el libro: “…Esto nos lleva a apuntar en el diagrama psicológico del hombre-masa actual dos primeros rasgos: la libre expansión de sus deseos vitales, por tanto de su persona, y la gran ingratitud hacia cuanto ha hecho posible la facilidad de su existencia. Uno y otro rasgo componen la conocida psicología del niño mimado. Mimar no es limitar los deseos, dar la impresión a un ser que todo le está permitido y a nada está obligado. La criatura sometida a este régimen no tiene la experiencia de sus propios confines. A fuerza de evitarle toda presión en derredor, todo choque , con otros seres, llega creer efectivamente que solo él existe, y se acostumbra a no contar con los demás, sobre todo a no contar con nadie superior a él. Al hombre medio de otras épocas le enseñaba cotidianamente su mundo esta elemental sabiduría, porque era un mundo tan toscamente organizado, que las catástrofes eran frecuentes y no había en el nada seguro, abundante ni estable. Pero las nuevas masas se encuentran con un paisaje lleno de posibilidades, y además seguro, y todo ello presto, a su disposición, sin depender de su previo esfuerzo. A estas masa no les preocupa más que su bienestar y al mismo tiempo son insolidarias con las causas de ese bienestar. Como no ven en las ventajas de la civilización un invento y construcción prodigiosos, que solo con grandes esfuerzos y cautelas se pude sostener, creen que su papel se reduce a exigirlas perentoriamente, cual si fuesen derechos nativos.
Os invito a extrapolar este extracto a cualquier entorno, ya sea empresa, política, sociedad, nuestro municipio, nuestros grupos sociales….
Podemos distinguir dos maneras coloquiales de gestionar las empresas, una basada en la experiencia, que nos proporciona una intuición, y con ella dirigimos el negocio. Y una segunda manera, la que usamos los profesionales, que está basada en la información, y en base a su tratamiento, somos capaces de tomar decisiones.
Todavía, nos encontramos con empresarios que piensan que no necesitan de un sistema de información para “capitanear” su empresa, tienen todos los indicadores del negocio en su cabeza, y por lo tanto la clave tan solo radica en la acción.
PHVA es un concepto de trabajo que compagina perfectamente la acción con medir resultados, es difícil dirigir una empresa sin información, y esta información debe ser sistemática, medir cada cierre mensual los mismos parámetros, y comparable, básicamente el horizonte, mes en curso, acumulado y referido a año presente, año anterior y presupuesto.
PHVA aporta logros, es una aproximación sucesiva a la mejora continua, donde cada mes debemos ser capaces de ver en nuestra cuenta de explotación más valor. Doce aproximaciones sucesivas en un año, ¿Cuánto beneficio debemos ser capaces de aflorar? Y si no planificamos, no medimos, ¿alguien se atreve a garantizar éxito a nuestro negocio, sin medir? Solo aquellos a los que la suerte les acompañe y se alíe con su intuición, un poco peligroso, en mi opinión.