A menudo hablar de estrategia, eleva nuestro pensamiento a cuestiones teóricas y difíciles de plasmar a la realidad. Pero la estrategia es una componente crítica y sin ella difícilmente sobreviremos en nuestros negocios. Ello hace que nos olvidemos de ella.
Pero, ¿Qué entendemos por estrategia?
Toda organización viable está basada en un buen modelo de negocio, con independencia de que sus fundadores o directivos empleen o no esos términos a la hora de recapacitar sobre lo que hacen. No obstante, un modelo de negocio no es lo mismo que una estrategia, a pesar de que hoy en día muchas personas utilicen los términos indistintamente.
Los modelos de negocio describen un sistema, el modo de funcionar de las piezas de una empresa y su forma de encajar.
Sin embargo, hay un factor esencial de los resultados que queda al margen: la competencia. Antes o después (y por lo general antes), todas las empresas se tropiezan con los competidores. Abordar esta realidad es tarea de la estrategia.
La estrategia nos ayuda a explicar cómo vamos a gestionar mejor siendo diferentes.
Una estrategia competitiva explica el método que va a emplear la empresa para hacerlo mejor que sus rivales (hacerlo mejor significa “ser diferente”). Las organizaciones obtiene mejores resultados cuando son singulares, cuando hacen algo que ninguna otra egresa es capaz de imitar.
Es una manera concisa y breve de concienciarnos en formular la estrategia y cuidar su implantación.